23 Canalización de justo capital

    Visión mundisocial, con su canalización de justo capital

  Primeramente, bueno es saber que el dinero como capital, es una  consecuencia surgida como una necesidad social, de cambio e intercambio en su función interdependiente, por lo que su origen está humanamente justificado, dentro del término medio evolutivo humano, que hizo precisa esa forma de ordenar, tanto los productos naturales como manufacturados, originándose el trabajo como forma de organizar las necesidades sociales. Pero como todo lo bueno tiene al mismo tiempo su polo opuesto, tenemos el sentimiento acumulativo, como medio y acicate de poder de unos sobre otros. Cosa que la naturaleza nos enseña la lección de que lo que no se utiliza se pasa, dándonos un ejemplo de universalidad en el usufructo de sus dones.

  Mas, como no todo surge de forma espontánea, como así corresponde por Ley en el proceso evolutivo de la humanidad terráquea, esta se ve precisada a organizar el trabajo, y canalizar la voluntad que sus moradores ponen en ello. De donde surge el capital como moneda de curso legal, siendo esto al mismo tiempo un arma de dos filos, puesto que originando poder, favorece el desarrollo de la separatividad, con sus aliados connaturales del orgullo, egoísmo y vanidad.

  Asumiendo lo que de bueno hay en la organización del trabajo, como así mismo las dificultades ocasionadas, el tema es, el desarrollo del justo juicio dentro del nivel de la realidad humana en su conjunto, con toda su diversidad, puesto que, no podemos eludir que todos vinimos a la misma patria como mundo, sin fronteras naturales ni divisiones impuestas.

  Sin tener necesidad de poner el listón tan alto, que al ser humano actual le sería casi imposible de asumir, como puede ser, la desaparición del capital con sus justas y grandes consecuencias, no obstante, aunque lentamente se vayan visualizando y puesto en práctica una serie de medios hábiles en la unidad humana, hay que trabajar con lo que hay y existe como sistema, pero en una constante transformación.

  Y lo que primeramente hay que apuntar, es en cómo se organiza el excedente de capital una vez se cubran las necesidades básicas, puesto que es ahí precisamente donde el legislador debe de actuar, siendo una de las más importantes facetas en el orden mundisocial a tener en cuenta, la familia. Por eso es importante el englobar todas aquellas facetas sobre las cuales está fundamentada la sociedad, y hacerlas sociales, sin la dependencia de valores tradicionalmente absorbentes en el ser humano, como lo son pongamos el caso de toda suerte de religiones, creencias y dogmas establecidos por el hombre. Pues, si dentro de lo social confluyen una serie de fuerzas mentales contradictorias entre sí, justo es el legislar en forma conveniente, para que la cultura social transmita una serie de valores que contemplen la unidad en la diversidad, sin que esto sea un dogma de gobierno de unos sobre otros.

  Uno de los pilares en la acumulación de capital, está en la familia como institución, siendo al mismo tiempo un caldo de cultivo tanto proselitista como evangelizador, donde se puede generar tanto la unidad como la separatividad. Pues si una buena parte de la sociedad, no despeja la incógnita  del por qué de su existir, ni se preocupa de ello, debe ser la misma sociedad como institución, con sus universidades libres, la educadora de los valores sociales dentro de un laicismo que promueva  la libertad del espíritu, comportándose como informadora de lo diverso existente como creencia, y no canalizar hacia una idea institucionalizada determinada, como cultivo fundamental separatista.

  Sabido es, que buena parte del sentimiento de propiedad y diferenciación, se da precisamente en la familia, y como resultado del instinto genésico promotor de la continuidad de la especie. Por lo cual, este es un factor donde la sociedad ha de cambiar soberanamente, ya que debería de ser la misma sociedad en general la encargada de mantener a los nuevos vástagos en nacimiento, sean estos concebidos con pareja estable, como sin ella, hasta que estuvieran preparados para revertir a la sociedad lo que recibieron de ella.  De esta manera, se daría expansión al Amor, puesto que todos nos sentiríamos padres como mantenedores de todos aunque no tuviéramos descendencia directa:

  Esta sería la Idea autóctona Cristiana, como base social y justo capital. La  forma correcta de dar apoyo al Amor en su sentido más amplio, por cuanto quitaría la excusa del aborto, estando en orden con el Principio Creador, que con sus Leyes estableció la vida de regeneración humana. Puesto que, si la idea de bienestar es llevada a la libertad de no descendencia, justo es que la sociedad pase factura justa y equitativa por ello, a los que por la causa que sea no tienen tal carga.

  El repartimiento de responsabilidades, es una faceta social a llevar a cabo de forma generalizada, a partir ya desde la gestión de las Leyes que regulan la sociedad. De esta manera puesto que la misma sociedad es mantenedora, todos de forma indistinta contribuiremos con los impuestos correspondientes, con solidaridad contributiva a tal evento mundi socio cultural, en apoyo al Amor, con ejemplaridad del justo capital.

  Y los que se llevan la mano a la cabeza, diciendo que la canalización libre de nacimientos originaría un caos  por la densidad de población, que no se preocupen por ello, pues en cuanto al ser humano se refiere, todo está regulado por la más estricta justicia ecológicamente entendido, sin que nadie salga perjudicado dentro de tal orden social y natural.

  Tengamos en cuenta que, dentro de la Ley del Amor, la solidaridad humana no es solamente con el prójimo ya existente, sino con el todavía no existente en cuerpo físico, como inteligencias en espera de tomar cuerpo, para efectuar su desarrollo en su proceso evolutivo. Puesto que la humanidad flotante del mundo abarca los dos campos, tanto la vida como existir existente en lo corporal, como la existente en estado libre de cuerpo, en espera de reencarnar: Dicho de otra manera, el espíritu-ser-humano como unidad inteligente, en su estado corporal o encarnado; o bien, en estado incorpóreo fluídico, o desencarnado.

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