Un problema ancestral sociopolítico de fondo
En este último estado de crisis, han aflorado los sempiternos demonios del sistema, y uno de los principales, que se mantiene inamovible, independientemente de las tendencias políticas en el poder, está fundamentado en el derecho de propiedad del suelo como medio de rentabilidad patrimonial, y que se ha mantenido a lo largo de la historia, ya que es asumido de forma implícita por las distintas capas sociales.
Este, llamémosle problema de fondo soslayado, asociado al exceso de capital, llamado ahorro, tiene la tendencia de seguir por el ancestral cauce del derecho de propiedad del suelo, que debería ser un patrimonio genérico de toda la sociedad esté donde esté. Entonces cabe preguntar: ¿cuál sería la situación más adecuada para generar riqueza social, del que necesita establecerse un patrimonio en base a su exceso de capital, que es con el que, tanto materialmente como psicológicamente, tratamos de liberarnos de los demonios del miedo ante una expectativa social, todavía hostil a los desheredados del capital básico para su subsistencia por diversas razones?
Solamente el derecho de usufructo por un tiempo determinado, pero no como propietario especulativo del suelo, que pertenece exclusivamente como patrimonio de la sociedad para generar trabajo, sería lo correcto, porque revertiría el exceso de capital hacia otras fuentes generadoras de trabajo; puesto que el capital invertido, serviría para una riqueza social más colectiva y no tanto individualista, aunque nos diera unos intereses más inestables, pero que redundaría en un movimiento de capital generador patrimonial colectivo más armónico.
¿Por qué no se cambia el sistema en vez de ir cambiando de tendencia política para arreglar las cosas? Porque todos de una manera u otra están atados al sistema impuesto. Si se cambiara el sistema de inversión de los excedentes de capital o ahorro, automáticamente se tendría que reciclar también de forma natural, la polaridad política en alternancia democrática.
Y si buscamos ejemplos en la naturaleza, donde existen depredadores ecológicos que se establecen temporalmente de forma dominante en un territorio, no son exclusivos sino compartido con otras especies; no como propiedad privada. Si nos acogemos también a la emigración e inmigración en un tiempo determinado en su propio hábitat, veremos que generan vida auto reguladora ecológicamente compartida. Esto trasladado al factor humano, nos daría una visión y conciencia social más solidaria, y no egoistica. Y este cambio solamente puede devenir desde una nueva legislación acorde a la unidad humana, y no desde las individualidades monolíticas ancladas en el sistema de propiedad, que es más separatista socialmente que no solidario con el entorno. Por eso mismo, el suelo no se puede liberalizar, porque debería ser un patrimonio exclusivamente social, y no patrimonio particular, como inversión por el exceso de capital, puesto que, en un mundo solidarizado, el ahorro es exceso de capital.
Hay que hacer constar, en base a una economía política científica (que debemos al gran economisma, sociólogo y filósofo Henry George), que va en acorde con la Moral Natural, que ni los individuos ni la sociedad tienen derecho a vender la tierra, porque esta pertenece no solo a toda la colectividad que vive ahora, sino también a las generaciones futuras, los derechos de los cuales se han de respetar, puesto que, el derecho colectivo consiste en percibir la renta del suelo, y con ello poder sufragar los gastos generales que crea la colectividad. Pues, para explotar el suelo o una aparcela, no hace falta ser propietario; es suficiente asegurarse el derecho de posesión o de uso en exclusiva, del terreno que se utiliza como usufructo.
¿Por qué no se habla de este tema básico de canalización del excedente de capital, hacia otras fuentes, y no querer negociar con un capital que en muchos casos nos tiene esclavizados casi de por vida, para tener una inversión de futuro, en un terreno que no nos pertenece en Ley y Justicia? Este circulo vicioso del sistema de propiedad del suelo, generado como inversión, es el que tiene trabada la apertura de trabajo más que generarlo. Este es el tema de fondo que no sale a la palestra en los programas políticos, primero porque es anti voto, y porque estamos atados a la idea de una propiedad que ni espiritual ni moralmente puede ser legitimada, puesto que el mundo es para los humanos que nos hemos hecho acreedores de estar aquí, teniendo todos un origen, una obligación y un destino común, visto desde una perspectiva social humanista universal.
Veamos en el siglo XXI, a una mayoría de parejas formalizadas con preparación universitaria, que trabajan los dos, y deciden seguir su curso reproductor semejante a una semilla, según el orden natural de las cosas: Si trabajan los dos y tienen exceso de capital después de haber cubierto sus necesidades perentorias, ¿hacia dónde va su pensamiento socio económico? En gran parte a la tendencia natural inconsciente, como cauce socio político establecido de la permisiva legislación del suelo (si bien admitida por los juristas, que inspirándose en la Legislación Romana o derecho Romano, han llamado «propiedad de la tierra», es decir, donde se fundamentan los demonios del sistema, que es el apropiarse de lo que el Principio Creador Inteligente de todas las cosas, ha originado en Su creación y naturaleza. O sea, ser propietarios del suelo; siendo esto acicate en el devenir del tiempo como patrimonio especulativo, como cosa natural, parece ser: puesto que primero fueron los reyes y sus sucedáneos los propietarios del territorio. Después vinieron los latifundistas, y finalmente los demonios se han extendido por toda la tierra y en todas las capas sociales. Por eso parece una cosa natural, lo que debería de ser antinatural. Y si aplicamos aquí la metáfora quijotesca: “La razón de la sin razón que por razón se toma, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo……». de nuestra estulticia humana.
Que el ser humano trabaje y dé valor a lo generado por sí mismo, puede estar dentro de una lógica justificada (el hombre que coge un pescado, alcanza una fruta silvestre, caza una presa, edifica una casa, pinta un cuadro o construye una máquina, tiene sobre estas obras un derecho de propiedad exclusivo, derecho que lleva consigo el derecho de dar, vender o legar dicha cosa; pero, ¿quién hizo la tierra, para que ningún hombre pueda llamarse propietario de ella, ni tenga derecho de darla, vender o legarla?) Pero que se ponga a especular comprando y vendiendo algo que no ha generado el humano, por pertenecer a la sabia naturaleza, establecida para todos, es un hecho aberrante que corrompe la mente y el corazón de los hombres, siendo esto una vergüenza de unos entes llamados inteligentes, puesto que la propiedad del suelo conlleva el hipotecar el tiempo de su propia vida y existencia, en aras de un sistema como círculo cerrado en sí mismo.
Por lo tanto es preciso que las viviendas sean protegidas, baratas y bien legisladas, (los gobiernos tienen poder para asegurar que las viviendas sean soluciones al problema social de la habitabilidad, y no un medio para canalizar el ahorro de los que tienen exceso de riqueza), para que no den opción especulativa de compraventa, y para permitir que el capital fluya por unos cauces más solidariamente justipreciados. Mas para ello hace falta una buena vara legislativa socio política que apoyando el amor, vaya sacando los demonios del sistema.
¿Se podría impedir legislativamente, que la venta del suelo no se pudiera efectuar? El suelo social se podría adquirir solamente como usufructo en un determinado período de tiempo; tanto para vivir en el, para usarlo como alquiler, o para otros menesteres, pero nunca el usufructuario el poder venderlo. Y el precio inicial por el derecho de uso, sería para cubrir las necesidades sociales de los ciudadanos; y una vez finalizado el período de usufructo, pasaría otra vez a estar disponible socialmente.
Por otra parte, la madeja tiene muchos cabos; o tiramos de todos ellos a la vez, o perderemos el tren del progreso que nos corresponde como humanidad. Siendo la naturaleza y los acontecimientos que nos empujarán de una forma drástica, hacia un fin natural evolutivo con arreglo al Principio Creador de todas las cosas. 3 de Febrero de 2010
Iostako Maraltrix |