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26 Mensaje 26

  Sabed ir creciendo entre el zarzal que es vuestro camino, pero andadlo sin dar lugar a que el ángel guía que os acompaña, os haya de dar una lección. Son los desterrados a modo de plantas silvestres que van creciendo entre zarzas, y cuando pueden dejarse entrever por sus méritos, saben dar a su tiempo el fruto o cumplimiento al Mandato Divino.

  Las enseñanzas de Jesús fueron de Unificación y de Amor. Si lo recordáis a él como símbolo de perfección, ¿por qué no recordar lo que motivó su venida a la Tierra, que fue adoctrinar al mundo para su mejoramiento? ¡Cuánto celo pone el pastor hacia sus ovejas, para que no se extravíen del rebaño que con Amor dirige desde el Cielo! Oíd su llamada, que se manifiesta en lo interno; por eso os envía estos toques de alerta, en los cuales está la Luz que recibe la inteligencia, para que no crezcáis como las plantas silvestres, cogiendo cada una diferente inclinación y floreciendo con más o menos esplendor según haya sido el riego celeste que haya recibido. Espiritualmente, el riego celeste es el bálsamo regenerador, como es el que llega con estos escritos, para que el ser humano que está desorientado no coja formas torcidas, y no tenga que volver en otra nueva etapa a enderezar lo que antes se torció.

  Estudiad en estas lecciones, que llevan la esencia para hallar la verdad, punto de apoyo para conseguir el progreso, ayudando a vivir la verdadera vida que se disfruta en parte en la Tierra y mucho más al término de la existencia, cuando muchos creen que todo termina pero que es cuando el espíritu ve con lucidez la vida que ha terminado y la que empieza, lo que pudo hacer y no hizo por haberse dejado arrastrar a una vida funesta y ociosa. Esto es un principio para saber frenar los impulsos que en sí lleva la parte material y poder solazarse de lo Divino, lo que da al hombre más deseos de vivir el presente con hermandad y Amor.

Como añoran los pájaros la primavera,
así anhelan las almas altas esferas,
adonde se deleitan con sus hermanos
que como ellos piensan.

Como si fuesen capullos,
de flores de invernadero,
así reciben las almas,
que suben del destierro.

¿Por qué no te entrenas,
para saberlo hacer tú,
sabiendo que arriba
siempre es primavera,
y que hay almas hermanas
que tiempo te esperan?

¿Hasta cuando mariposa,
podrás ir de flor en flor,
si se acaban los jardines
en donde tú te recreas?

Sí, ya no quedan flores,
se las llevaron para otros,
y hacer con ellas,
que los ciegos vieran.

Con cuanto deleite
tratarán de olerlas,
para saber de su color,
y la fragancia de ellas,
por ser flores naturales
con lenguaje espiritual.

¡Oh, mariposa que llega el otoño!
y el frío y la lluvia te impedirán volar,
y con él se terminan las flores,
sin haberte saciado de ellas,
ni sacar el néctar
para el sostén de tu vida,
pasajera, pero vida.

Aprovecha que el tiempo se evapora,
como también lo harás tú
cuando venga el frío,
y no encuentres néctar,
para el sostén de tu cuerpo.

Y así un año tras otro
vas naciendo y sucumbiendo,
sin dejar buen recuerdo
de tu bello colorido.

Así es el mundo en la Tierra,
que coge y deja cuerpo,
sin dejar buen recuerdo
de su estancia en ella.

Adiós mariposa que llega el otoño,
y el frío y el viento te impedirán volar,
y sucumbirás pegada a la Tierra,
a donde saldrá de nuevo la larva,
que será otra vez mariposa.

Un encargo te hago
si me quieres escuchar;
que aprendas a volar
adonde siempre es primavera,
adonde te acogerán
con Amor y dulzura,
por haber sabido volar a tal altura

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