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14 Por qué estamos en este mundo

  Cada vez más, la investigación dentro del mundo universal, nos lleva al planteamiento de preguntas que en épocas pasadas era algo poco común dados los conocimientos incipientes en relación a tales inquietudes.
   La cadena evolutiva de vida en la creación está asociada a la pluralidad de mundos. Y en cuanto al ser humano se refiere, existen dos cadenas de mundos a saber: Mundos de materialización o descenso, o de prueba; y mundos de ascenso o de iluminación.
   Si intentamos averiguar la respuesta de nuestra venida a la Tierra desde el ámbito espiritual, a través de las revelaciones en conocimientos transmitidos a la humanidad en todo tiempo, la conclusión dentro de la lógica y la más estricta justicia, corroborando con la ciencia actual, existe una pluralidad de mundos, tanto habitados como por habitar. Pues el hecho de la venida del espíritu-ser-humano a este mundo, fue por haber sido desterrado, por incumplimiento a la Ley o mandato implícito en la Luz del alma. En la primera época le sirvió de madre la Tierra, proporcionándole el cuerpo físico, para que el espíritu-ser-humano viniera a reencarnar, no teniendo sexo conocido como en el día de hoy. Y en la segunda época (después  de la caída representado por la salida del paraíso), tuvo la necesidad de verificarlo a través de un cuerpo físico organizado para la forma humana según su estado de desarrollo por la separación de sexos: Y este cuerpo tuvo que ser gestionado en sus primeros pasos por otros seres venidos de otro mundo más adelantado, puesto que la explicación Bíblica se queda corta para simbolizar las dos épocas por las que ha pasado el ser humano en la Tierra:
__ Una cadena de mundos de materialización y de prueba, llamados mundos de descenso, hasta llegar a la máxima materialización dentro de la eternidad humana: __ El último mundo de descenso o materialización, es actualmente el planeta Tierra, considerado como destierro, para el espíritu rebelde al cumplimiento de la Ley Divina. Por eso en él existe la reencarnación, pues en los demás mundos solo es una de sola, o sea, encarnación. No es obligado el pasar por todos los mundos, tanto en la cadena de descenso como en la de ascenso, puesto que eso depende de la actividad mental desarrollada, en el cumplimiento de la Ley, por el espíritu-ser-humano en su recorrido.
   Al pasar de la primera a la segunda época, tuvo que pasar también por el primer cataclismo que fue de fuego. Entonces quedó formado en su centro un vacío, preparado para recibir en su seno a los espíritus rebeldes, procedentes de la costra de la Tierra.
   Y puesto que el planeta Tierra debe de efectuar el ascenso que le corresponde, alrededor del 1900 se cerró lo que podemos llamar la muralla atmosférica, espiritualmente comprendido, para que los nuevos espíritus procedentes de la cadena de mundos de descenso, ya no pudieran venir a encarnar a este mundo, sino a otro mundo que cumple las funciones de este. Por lo que a partir del cierre de la muralla atmosférica, los espíritus que vienen a encarnar corresponden a la humanidad flotante de los espíritus libres de cuerpo, dispuestos a encarnar, que están dentro del espacio comprendido desde el círculo o muralla atmosférica y la Tierra.
  Todos los seres que actualmente vienen a encarnar pertenecen al conjunto de esta humanidad. Por eso el dicho de «Separaré la cizaña del buen grano». Y a partir del cierre de la muralla atmosférica, todos los espíritus que se mantengan en rebeldía durante tres encarnaciones consecutivas (triple rebeldes), ya no pueden venir a encarnar a la costra, sino que lo verifican en el Centro de la Tierra, preparado para los triple rebeldes: En este punto el espíritu encarnado ya no puede hacer uso de su libre albedrío, puesto que su situación en él es de absoluta y suma purificación constante. Y una vez salen de ahí ya suficientemente desprendidos y despojados de materia, se les permite encarnar de nuevo en la costra para continuar su ascenso.
  Los nuevos espíritus desterrados necesitados de venir a la Tierra, procedentes de los mundos de descenso, ya no vendrán en ella (por tener que pasar  la Tierra a mundo de ascenso como ya le corresponde),  irán a un mundo primitivo en preparación como Nuevo destierro, con su carga de atracción magnética gravitatoria, y atraerá a los nuevos espíritus  en descenso, merecedores de tal situación.
Todo lo creado, incluyendo el ser humano, verifica su proceso existencial a través de dos movimientos de Ley que son: de materialización y desmaterialización, no existiendo el uno sin el otro dentro de la vida. Ahora bien: en cuanto al ser humano se refiere, la absorción de materia como agregados de esencia de materia, lo verifica desarmonizándose con la vida, dando como resultado un mayor estado de materialización y descenso, como así también en la  comprensión de lo esencial: Y definido tal estado inarmónico  según el planteamiento moral, cuando hacemos a los demás lo que no nos gustaría hicieran con nosotros.
   Y si pasamos al movimiento opuesto de desmaterialización o desprendimiento, regeneración y potenciación, nos da el componente moral de hacer a los demás lo que quisiéramos hicieran con nosotros en igualdad de circunstancias, colaborando con la vida Una.
   Por eso el ser humano está sujeto de forma sempiterna como Justicia Divina, a tres Leyes recíprocas y unísonas, como son: la Ley de Gravedad; Causa y efecto; y la «Ley de encarnación»: repitiéndose «esta» en la Tierra, como mundo de destierro, pero no en los demás mundos de la pluralidad, que solo es una sola encarnación.
  Si tomamos la semilla como exponente básico y científicamente fundamentado, en la investigación de la vida con sus Leyes y procesos, podemos observar que la esencia siempre está al interno, que es la que da vida, y reproduce con su materialización externa y desmaterialización interna, en unísona conjunción. Viendo como, en la medida que la esencia original de la semilla se materializa en sus procesos, dando por ejemplo la planta y la flor externamente, para reproducción y creación, al mismo tiempo se desmaterializa internamente, dando vida de su propia vida o la esencia de su propia esencia de vida de materialización y desmaterialización en su transformación.

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