Este tema capital, aún siendo un tanto velado en el inconsciente colectivo, mueve al ser humano en todos los órdenes, puesto que el instinto genésico mal encauzado nutre el desarrollo del ego con el mí y el yo, originando un efecto de división entre los humanos. Y si en las Escrituras se habló de irreprensibles maridos de una sola mujer, no fue dicho como un acto posesivo y divisorio, sino en base al poco desarrollo psicofísico en el ser humano en ese momento. Puesto que el instinto genésico como consecuencia social fue establecido por Ley en el orden planetario, solamente para la continuidad en el desarrollo de las inteligencias.
Eso quiere decir, que la respuesta a tal crucial pregunta puede ser contestado tanto en el orden científico como espiritual. Habida cuenta que, si aplicamos la Ley de los reflejos, veremos que la naturaleza con su orden natural, al mismo tiempo que nos enseña grandes lecciones de desprendimiento y desapasionamiento, refleja al ser humano en su egocentrismo, pues en la medida que cambie la estructura mental del ser humano, también cambiará la naturaleza y no al revés, puesto que la naturaleza siempre cumple con lo establecido; y en su orden inmutable, debe seguir su curso progresivo dentro de la Ley incesante del movimiento continuo y evolutivo de los mundos, como así se ha venido verificando a través del tiempo. Y si el humano no se adapta dentro del orden de progreso natural, la naturaleza no se parará en su transformación de regeneración dentro del ciclo correspondiente en el organigrama cósmico. Y el ser humano será el que sufrirá la falta de armonización al orden natural de las cosas.
Veamos por un momento como la naturaleza ejerce el rol del espejo, reflejando al ser humano en su egocentrismo: Sabido es que en la naturaleza los animales tienen el instinto natural de marcar el territorio como queriendo decir, esto es mío o me pertenece. Hasta incluso los perros en el ambiente de las ciudades como reductos de asfalto, cuando orinan rascan en muchas ocasiones las patas contra el suelo, en su instinto ancestral como confirmación y seña de marcar el territorio. Siendo tales movimientos que los animales efectúan como reflejo, porque así mismo el ser humano se erige como exponente de poder, autoridad y división entre sus congéneres. Pues incluso la generación de la especie en el reino animal se verifica por los más fuertes y aptos, pero estando supeditada al bien común de la naturaleza, cosa que no ocurre así con el ser humano, que se hace egocéntrico en su factor de poder económico y divisorio.
La Ley que origina la continuidad de las especies como seres vitales incluyendo el ser humano, es cíclica, puesto que en su vaciar y llenar como movimiento alterno intermitente en su inactividad activa por sus desprendimientos, pone en actividad a su inactividad, dando por resultado una actividad activa de su unión dualista de sexos. Siendo al mismo tiempo demostrativo del movimiento cósmico alterno de expansión contracción, generador de vida. Esta es la causa del por qué el instinto genésico no es algo controlable en sí mismo, sino para ejercer un cumplimiento natural y social dentro del orden natural de las cosas. Cosa esta que el ser humano no asume en su total realidad, imponiendo unas veces el crimen estatal organizado, en base a necesidades de supervivencia, mientras por otra parte derrochando una gran cantidad de medios económicos en armamento militar y nuclear. Y otras veces eludiendo una realidad genésica que no tiene enmienda, instituyendo el aborto como salida a algo no deseado, porque la organización social humana con sus leyes establecidas, no apoya el amor ni asume semejante realidad existencial básica en su totalidad, puesto que no le da a la vida por venir un valor netamente espiritual, sobre la vida continuada del humano-ser a través de sucesivas existencias: Pues si así fuera, asumiría la vida de cualquier nacimiento como inteligencia en desarrollo, un hijo del Hacedor y Creador Universal, y no como una propiedad exclusiva.
Muchos argumentan que sin el control de natalidad el exceso de población nos llevaría al caos. Pues lo que verdaderamente nos lleva al caos es la actitud insolidaria y el derroche de riqueza como consecuencia de la falta de una macrovisión de la unidad humana: ¿No existe en la naturaleza un equilibrio ecológico donde todo queda armonizado? Pues en cuanto a la natalidad humana también sucedería lo mismo si no hubiera corte, pero sin depredación. Porque la misma vida está controlada por el organigrama existencial que nos puso en este mundo. Y tal organigrama no rige en orden a Leyes contrapuestas, sino que todas están armonizadas, pues solamente el hombre desarmoniza lo que la propia vida según el Orden Natural de las cosas tiene organizado.
Por tal causa la sociedad mundial debe tomar el mando, abriendo nuevos cauces de servicio social como una actividad más, para que las nuevas inteligencias por venir tengan un soporte de desarrollo natural dentro del amor, como de subsistencia, con sus derechos inherentes dentro de una Fraternidad Cultural Universal, sin la deformación por dogmas o planteamientos religiosos establecidos, y con la libertad del espíritu puedan ir disolviéndose los baluartes mal levantados en nombre de hermanos que dieron su ejemplo en bien de la humanidad.
La solución definitiva siempre vendrá dada de forma inexorable por medio de la Unidad, pues sin convivencia, consenso y diálogo, la Unidad humana no será posible, y por ende las demás soluciones tampoco.
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