Irremisiblemente, el hombre, en el mar de las pasiones ha de saber navegar si quiere hacer el trabajo de transformación total. El buen marinero ha de saber por donde navega para llevar un rumbo fijo; no ha de ir a merced de los vientos, sino que a su debido tiempo ha de saber virar y, si es preciso, remar, aunque le cueste trabajo. Esta es la situación del humano en la Tierra: saber navegar sin dejarse arrastrar por el torbellino de la vida, único medio de llegar a puerto seguro; tal es la feliz conclusión de la travesía, es decir de la estancia sobre la Tierra.
En un puerto espera un barco
cargado con ilusiones;
procurad que no zozobre
cuando salga a mar abierta,
porque el barco se hundiría,
y con él, las ilusiones,
después de mucho navegar,
por el mar de las pasiones.
Pero esto no será,
si expertos y obedientes sois,
para empuñar el timón
de vuestra propia embarcación,
que navega algunas veces
con nublado y rumbo incierto,
y necesita saber que su camino es otro,
el que indica la brújula de Amor y Paz,
y con éstos el bienestar.
Acuérdate de cuando eras joven,
alegre, vistosa y joyosa,
y con bellos atuendos te engalanabas,
porque entonces hacías por joven,
lo que luego, no podrás por vieja.
¿Qué fue del tiempo que trajo ese cambio?
¿Fuiste tú quien lo trajo,
o fue quien todo lo puede,
lo crea, dirige y ordena?
Deja que el tiempo te dé la respuesta,
y con ella quedarás complacida,
porque verás claro que viene,
de quien es todo Amor y Justicia.
E.Tricas
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