Como todas las cosas, y según su estado evolutivo, la realidad deviene de la propia vida. Por lo cual, existe en todo lo creado manifestado, infinitas realidades en estado de transformación.
Si la verdad como realidad, es todo cuanto existe en el infinito existir, cadena de realidad, no cabe duda alguna que esta verdad existe también desde el Principio Eterno, del existir la Esencia Eterna como Vida interna semejante a una semilla, manifestada en DIOS, VIDA. Lo mismo que existió el existir de nuestro existir en Ella o EL, sin haber sido creados todavía, ya que estábamos dentro del Gran Todo o Ser Supremo. Siendo en este caso el Gran Todo, el principio del gen como dualidad inmanifestada, manifestándose como Esencia Eterna Interna, o dualidad manifestada inmanifestada semejante a una semilla, manifestada en DIOS, VIDA.
Así pues, en el campo experimental humano, ¿qué es la realidad en cuanto a sí mismo se refiere? Podemos decir, que la realidad captada de sí mismo, el ser humano la obtiene de dos fuentes iniciales: Por lo que él piensa que es, o bien por lo que los demás piensan que él es, pero eso todavía no es la realidad, puesto que no se basa en el Hecho según el orden natural de las cosas semejante a una semilla. Ya que un individuo no es exactamente lo que piensa de sí mismo, como tampoco lo que los demás piensan de él, sino lo que realmente sale de él. Luego toda creación del creador es real, sea lo que sea:
El fruto de la semilla, sea este dulce o amargo, siempre será lo real para nosotros porque nos da de comer. Semejante también a una mujer en estado de gestación, que cuando da a luz, siempre lo real será el hijo que salió de su propio interno. ¿O acaso le vamos a decir que su hijo no es lo real que salió del interno de su externo, como vacío sustentador amniótico?
Cuando tenemos sed, es un vacío que como realidad tenemos que llenarlo de agua. Lo mismo ocurre cuando cubrimos la necesidad de un conocimiento, cosa que, solamente nosotros con nuestra libertad podemos hacerlo, sin que nos digan ni cuando ni como acceder a tal realidad, pues a ella no se accede ni con especulaciones semánticas ni de otra índole, ya que todo ente humano dispone por Ley de la misma libertad, dones y facultades a poner en juego. Y en ese vaciar y llenar intermitente, vamos dando transformación y vida a nuestra propia vida, para que vivamos mejor.
Y siguiendo con el hilo de la realidad, como un hecho existencial de vida, que deviene en el Orden natural de las cosas según Ley, tenemos el fenómeno de la levitación; y el misterio del aire o el oxígeno todavía no suficientemente catalogados o explicado.
El fenómeno de la levitación por causa natural en este plano terráqueo en que vivimos, no es nada más que el desprendimiento del campo gravitatorio de la substancia, como esencia de materia adquirida como absorción y consecuencia directa por los actos contaminados e inarmónicos ante la Ley, y su posterior desprendimiento en su cumplimiento: Siendo tal esencia moleculosa, agregada a través del tiempo y el espacio, en las sucesivas encarnaciones por la pluralidad de mundos de descenso: semejante a un globo, que cuando se le quita lastre sube. Pues así también con el fenómeno de la levitación, aunque no necesariamente tenga que suceder con todos los que a ese grado han llegado, puesto que las facultades del espíritu son diversas.
El fenómeno del aire o el oxígeno, que respiramos, imprescindible para nuestra vida existencial, siendo esto todavía no suficientemente explicado, aunque sí apuntado de diversas maneras por la tradición como «aliento de vida», «prana», u otros enunciados. Puesto que el aire que respiramos para nosotros es vida, a semejanza también con la esencia interna que lleva la semilla, que cuando nos la comemos, nos pasamos la esencia interna que lleva, favoreciéndonos en nuestra vitalidad existencial pránica.
Observando tales realidades, no podemos por menos que llegar a la conclusión, de que el misterio desvelado de la propia vida, es interno-externo, puesto que siempre nos encontraremos con los dos aspectos interdependientes de contacto, viéndolo y observándolo claramente con la semilla, que ésta para fructificar su vida interna, necesita al mismo tiempo la vitalidad externa que le proporciona el Sol, el Agua y la Tierra, obteniendo así los atributos en conjunto necesarios, para fructificar vida de su vida, en la Vida Universal interna-externa.
La realidad es el Hecho, puesto que si no hay Hecho no se puede explicar la realidad, que es la consecuencia directa del Hecho en su vertiente interna-externa.
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