Si tu materia te pide algo, enseguida la atiendes. ¿Por qué no quieres escuchar a “tu alma”, que al fin y al cabo es inmortal? Quieres y te desvives para regalar tu materia que muy pocos años te pertenecerá, y a “ella” no te paras a escuchar las voces que con ansia te pide su liberación. A ella tienes que vivir unido y con singular cariño tienes que atender sus inspiraciones.
Se te dio un alma, un espíritu, que nunca perecerán por ser tu propia vida. Te se da varias materias, según las misiones que tienes que cumplir, y así pueden ser en masculino o femenino tal como las tituláis en el planeta Tierra, porque el espíritu (ser), no tiene sexo y por lo tanto reencarne en hombre o mujer siempre es el mismo. Reflexiona esto y comprenderás su inmortalidad, porque el fin para que ha sido creado, es este progreso para el espíritu y para el alma que su fin es reunirse otra vez en las claridades del Padre.
El alma vive, si así puede decirse, pendiente de la liberación de la materia. Ansía fundirse (sin perder su individualidad) otra vez en la gran LUZ de su Creador, y esa chispa de Luz vive en eterna congoja cuando contempla que su espíritu sigue aprisionado en aquella materia, por sus maldades y vicios. Pobre lucecita tan hermosa y tan pura y que tan poco se cuidan las materias de no oscurecer tu esplendor. Pobre alma hermosa que tienes que permanecer muda de espanto en medio de tanto pecado. Cómo lloras al ver lo que tú ansias tanto, el progreso del espíritu y no llega nunca tu liberación.
No mancilles con tus vicios y pecados esa chispa resplandeciente que el Padre puso en ti, que ella, si verdaderamente quieres progresar te iluminará con todo su esplendor. Si cumples santamente, tu espíritu alcanzará la Paz y esa Paz se reflejará en todo tu ser. Se reflejará en su alma y la Paz que ella recibirá te la devolverá inundándote de Luz: Hasta las materias la reflejan la Paz de los espíritus, porque por muchas amarguras que la materia tenga que pasar, su espíritu lleno de la Paz del Señor, sostiene aquella materia y le da fuerzas y resignación. Pon ante todo Paz en tu espíritu, y esa Paz lo ilumine hasta que el Señor lo llame a rendir cuentas; porque si vives sin esa Paz interior que es la Paz del espíritu (en Luz), poca Paz podrás reflejar en todos tus actos. Medítalo.
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