Cual antorchas, cual faros os quiere el Padre, por eso pone a vuestros «Espíritus guías», para que ellos con su Luz, mantengan siempre encendidas estas antorchas, estos faros espirituales.
«Ellos» viven vigilantes para que nadie os oscurezca si con amor queréis convertiros en sembradores. Pues en muchas ocasiones perdéis de tomar contacto con hermanos terrenales que se os presentan, para que ellos os sirvan de instructores durante vuestra peregrinación terrenal. No dejéis escapar la ocasión cuando comprendáis que alcanzáis progreso y saber. Aquellos hermanos instructores os los presentan vuestros guías para vuestro progreso, y además para que os enseñen la verdadera espiritualidad, que comprende toda la Obra de la Creación, tal como pueden comprenderla vuestros cerebros terrenales; y así tenemos que daros las enseñanzas apropiadas y al alcance del mundo que habitáis.
Es dura la misión de sembrador porque para serlo necesitáis limpiar vuestra materia primero, y luego seguir con toda santidad los pasos del Maestro. Hay que dar ejemplo convirtiéndoos en otros discípulos y entonces, cuando habréis azotado vuestras materias, os habréis hecho merecedores del título de sembrador. Para seguir al Maestro hay que imitarle, y entonces la Luz Divina del Padre os iluminará en todo su esplendor, y os haréis dignos de que os mande los espíritus sembradores superiores, para dirigiros e instruiros en las grandes verdades del Universo.
Espíritu que desterrado en el planeta Tierra quieres ser espíritu sembrador, no repares en sacrificios que cuanto más sacrificios te cueste alcanzarlo, más alto recibirás el galardón. Conviértete prontamente en antorcha espiritual, santamente, que el Mesías necesita de muchos colaboradores abnegados, dispuestos a radiar las Luces de la espiritualidad, para que en los momentos trágicos que se van acercando, esas Luces espirituales hagan despertar a los espíritus dormidos en las pasiones terrenales. Instruiros hermanos queridos, y leed con atención las presentes enseñanzas, recapacitadlas y profundizadlas, que si sabéis filosofarlas y entenderlas, podéis convertiros todos en sabios instructores de la gran Obra de la Creación, y con cuanto más amor la recapacitéis, más la Luz del Padre irradiará sobre vosotros para entenderlas plenamente. Con Amor os la da la blanca paloma de la paz, y con Amor esparcirla y así os haréis merecedores del título de sembradores, antorchas para iluminar al mundo en esta hora de tinieblas.
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