Doy fin a la Obra, que Enseñanzas la titulo, y me despido de ti espíritu terrenal, esperando, confiado que ellas te sirvan de Luz, de consuelo y de enseñanza para hallar el verdadero camino y para que comprendas a donde vas y de donde has venido. Tú, que has ido siguiendo, tal vez unos con curiosidad, otros con benevolencia, otros subyugados por la belleza de sus enseñanzas, ya has comprendido cuales son los reinos que el Padre os tiene reservados. Búscalos con amor, búscalos siempre en todas tus acciones, en todo momento, que si con fe te lo propones, de seguro los alcanzarás, puesto que el Creador ha pensado en ti al crearlos. Busca esas moradas Celestiales en las cuales miles de hermanos te aguardan con Amor fraternal, causándoles pesar cuando un espíritu ya le falta poco para alcanzar esos reinos, y no cumple, y con desdén retrasa su llegada a ellos.
No te sientas defraudado si te enseño tan diferente a como te hayan enseñado; de todo cuanto han ido inculcando en estos siglos. La Ley del Padre siempre ha sido y será la misma. Son los terrenales que la han interpretado mal en muchísimas ocasiones. De ahora en adelante no podrás llamarte engañado, cuando te presentes delante del Tribunal de la Justicia Divina, por cuanto claramente te he expuesto lo que como espíritu terrenal te incumbe. Sigue tu camino por el planeta Tierra, pero el camino recto, no te desvíes que atrasarías. Pide a tus guías las Luces necesarias para comprender en toda su grandeza la presente obra y estúdiala con amor, que con muchísimo Amor el Maestro te la da. Si alguna falta hallas de erudicidad, ten Caridad para el espíritu receptor, que como espíritu encarcelado en una materia terrenal, no capta en alguna ocasión en toda su esencia la obra: no obstante poco se ha perdido. Bendigamos todos los espíritus al Padre de Amor y Misericordia, que en los presentes tiempos os haya dado tanta Luz y tanta verdad. Hermano terrenal, el Maestro te bendice y te espera.
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