Prójimo, tiene el significado de próximo, aunque con los medios de comunicación actuales, se puede decir que ya todos formamos parte de una comunidad mundial de prójimos, aunque todavía no solidarizados. Es decir, independientemente de la creencia, raza, nacionalidad o estado, el prójimo se refiere a nuestro semejante, esté ya donde esté. Ahora bien: es verdad que existe también en nosotros mismos, (por causa precisamente de nuestro estado dual), el prójimo más próximo, que es el que deberíamos de amar, que es nuestra alma como chispa de esencia de inteligencia, el lado amoroso de nosotros mismos. Por eso, amarse a sí mismo en el sentido interno, no narcisista, es amar al prójimo más próximo de nosotros mismos como semejanza de Dios (nuestra conciencia natural). Y ahí está precisamente el amor a DIOS, empezando por uno mismo, o sea, por su prójimo más próximo.
Amar a nuestro prójimo (nuestro hermano), es amar a DIOS, por existir en él también, su prójimo más próximo como semejanza de DIOS.
El verdadero Amor es el Universal, donde no existe pasión terrenal:
Un ejemplo claro de Amor Universal lo tenemos con nuestro hermano Jesús, cuando le dirigieron a su familia terrena, concretamente a su madre, y dirigiéndose a la multitud que le rodeaba, indicó que todos ellos eran sus padres madres y hermanos.
La búsqueda o conocimiento de sí mismo es inoperante, si antes uno no comparte con el semejante reflejo, que es su hermano.
Este punto es básico en filosofía, puesto que pone de relieve que no es posible acceder a lo que no vemos, si descuidamos lo que vemos. Pues es a través del reflejo que conocemos lo reflejado.
¿Por qué el ojo humano no se ve a sí mismo? Nos damos cuenta que estamos mirando, porque hay otros ojos que nos miran. Nos conocemos y reconocemos a través del semejante, que nos refleja, por ser él y nosotros, lo mismo como semejanza. Dijo el maestro del Cielo: «Allí donde se hallen dos o mas en mi nombre, allí estaré yo» Porque a partir de dos se origina la fuerza unida como reflejo. Ahora vemos por espejo, pero cuando veamos con el ojo de la mente en Luz, veremos cara a cara, por ser el ojo que se ve a sí mismo.
Como la mentalidad humana está bifurcada, o sea, está polarizada, necesita ese reflejo de sí mismo, para entrar en conocimiento y reconocimiento, para efectuar su cumplimiento, con el prójimo su hermano. Pues solo no puede cumplir en la acción, por faltarle el prójimo como reflejo. Por eso dice la poesía:
Busqué a mi alma,
no la pude ver.
Busqué a mi Dios,
no lo pude ver.
Busqué a mi hermano,
y encontré a los tres.
Cuando se busca al hermano, se encuentra a los tres: El hermano como semejante reflejo de nuestra alma, (ya son dos), y el que los ha creado, por ser los dos su semejanza (ya son tres).
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