En estos tiempos actuales del siglo XXI, Nueva Era de Síntesis y reajustes, trae grandes y definitivos cambios en su incontenible progreso evolutivo en la unidad humana, con su Bautismo de Fuego y sus fases de Cataclismo, Reconstrucción, y Compenetración. Pues así como adelantaron y adelantan las ciencias y las artes materiales, también por el mismo Atributo de Justicia Divina adelanta lo esencial en el ser humano, refiriéndose a los conocimientos esenciales en relación con el Creador y lo creado.
Durante muchos siglos no ha habido relación de entendimiento entre los «dos grandes bloques»: el de «la ciencia» por una parte, y el de «lo espiritual, filosófico, metafísico, esotérico, con toda la diversidad religiosa», por otra, y también dogmática en muchos casos, aún reconociendo que la fe no es en sí misma revocable, sino en todo caso, los actos inarmónicos que de ella puedan derivar por ser ciega. Por consecuencia a todo esto, los planteamientos, conceptos o verdades vertidos en estos trabajos, no son nada más que un pequeño resultado del trabajo de miles de vidas o existencias humanas, que con su amor y sacrificio, estuvieron dispuestas al servicio de la Verdad y la Vida.
En esta fase de Síntesis (Nueva Era), surge la pregunta: ¿De dónde surgen los conocimientos en relación con la Vida? ¿no será acaso de la propia Vida? Todas estas preguntas y respuestas nos conducen a la investigación de la verdad de la propia vida, llegando a una conclusión ineludible sobre la base de acatamiento a un Orden o Principio Supremo Creador de donde dimana la propia Verdad con sus Leyes inmutables, cosa fácil en el supuesto creyente del bloque espiritual anteriormente aludido.
Si iniciáramos el trabajo de la investigación de la verdad en el orden de investigación psico-física, y por lo tanto en armonía con los «dos grandes bloques o enfoques en cuanto a la verdad», lo deberíamos de plantear precisamente en el origen de lo que nos permite vivir con este cuerpo físico, que sería en este caso el producto de una “semilla”, tomado como base de investigación psicofísica de la verdad, y visto en el dicho de: “el Reino de Dios es semejante a una semilla”. Y que si bien se investiga y medita en sus procesos y las Leyes que concurren en dicho proceso, y lo imitáramos en su cumplimiento de desarrollo, sacaríamos las consecuencias éticas y morales de cumplimiento de nuestra verdad, como semejanza del Amor Universal Creador.
Entresacando algunas conclusiones podemos observar como, en este proceso de semejanza con la semilla, se ponen de relieve algunas de las Leyes más generalizadas en la naturaleza trabajando en conjunto, como son: la Ley de GRAVEDAD, la de ENCARNACION o de REENCARNACION: Viendo primeramente como se agarra la semilla a la tierra para la encarnación de la esencia, y una vez efectuado su proceso de vida en la planta cuando llega a su madurez en su principio de creación activo (florecimiento), como caen sus principios vitales reedificadores como semillas por la Ley de GRAVEDAD, iniciando la reproducción en su Ley de encarnación de la esencia, de su misma esencia, dándonos su cumplimiento de amor y trabajo en sus procesos, al dar el alimento de su naturaleza al animal y ser humano:
Así también por el Atributo de Caridad, el ser humano, recibe los conocimientos esenciales como alimento esencial del “Alma” según nuestro cumplimiento y desarrollo, para que por mediación del cuerpo como punto y toma de conciencia, pueda iluminar al espíritu con su esencia de materia, y efectuar “esta” el trabajo de transformación correspondiente a semejanza de una semilla, y el dar el fruto de su propio amor, ejerciendo su desarrollo en potencia de Luz, que es su segunda semejanza, puesto que la primera semejanza la inicia por Ley de creación, y la segunda por el desarrollo de su propio amor a semejanza de una semilla.
Estudiando la Ley de encarnación de la esencia de la cual participan todas las vitalidades en los tres llamados reinos, vegetal, animal y ser humano, cada cual según su proceso para desarrollo, veremos que gracias a esa Ley el ser humano puede comer y alimentarse de sus frutos, visto y comprobado con la semilla, pues si esta no poseyera su esencia interna, no germinaría y se reproduciría y diera de sus frutos.
Encarnación y reencarnación es la misma Ley, si bien cambia su sentido de una forma a la otra, pues si tomamos como ejemplo la semilla, cuando encarna en la tierra, es encarnación, mas cuando reproduce vemos cómo da los frutos o semillas a su semejanza, para la reencarnación de la encarnación de su esencia.
El humano no rige el universo, sino el Universo con sus Leyes son las que actúan en orden al ser humano. Si bien las Leyes son las que rigen en todo lo creado, con su orden justo y equitativo, siempre existirá un Centro que rige todo el conjunto universal. Ninguna Ley puede ir sola, pues esto no tendría ningún sentido, porque todo es un conjunto armónico. La Cosmología, de forma integrada asume tanto la causa con sus Leyes como el efecto de la creación, en su conjunto interno externo:
Ninguna Ley nos escupe, pero si escupimos encima de nuestra cabeza, nos caerá encima. El hecho de que nos caiga encima será por la Ley de gravedad, pero sus consecuencias acarreadas lo son en base a la Ley de Causa y Efecto. Pero tales consecuencias pueden ir más allá de un lapso insignificante de una mera existencia, por eso es precisa para su resolución la Ley de encarnación, y así sucesivamente todo en un conjunto universal.
La vida es Dios como Principio Creador; Dios es la Unidad; y la Unidad es la vida en sí misma manifestada.
Dios en su Atributo de ASEIDAD existe por sí mismo, o por necesidad de su propia naturaleza.
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